6.1. Designación
La doctrina repite como un principio general del Derecho constitucional que la jefatura republicana del Estado es electiva. No obstante, sólo hay elección propiamente dicha cuando hay varios candidatos y resulta designado el que alcanza más sufragios y llega al mínimo exigido, en su caso. Cuando los candidatos son sucesivos y puede bastar el primero, hay designación mediante votación, pero no elección.
A) Elección popular
La elección popular confiere al Presidente de la República una fuerza política semejante a la del Parlamento, sobre todo si es elección directa. Este procedimiento suele corresponderse con una figura presidencial, pero su correlación con el sistema presidencialista no se cumple siempre.
En el sistema presidencialista por excelencia, el de Estados Unidos de América, el Presidente todavía es elegido de modo indirecto, mediante compromisarios de cada uno de los dos partidos políticos más importantes elegidos popularmente.
B) Votación parlamentaria
Este modo de designación suele corresponderse con sistemas de gobierno parlamentario: del Parlamento procede tanto el Gobierno como la Jefatura del Estado.
C) Votación por un colegio mixto
Algunas constituciones prevén un órgano mixto, integrado por parlamentarios y otros miembros cuya designación ha podido tener lugar por sufragio universal o por otros órganos colegiados, como los Consejos regionales italianos o los Parlamentos de los Länder alemanes.
6.2. Duración del mandato y reelección o renovación
La duración del mandato diverge entre los cuatro años en Estados Unidos de América y los siete años en Francia e Italia.
En cuanto a la posibilidad de reelección o renovación, la Constitución francesa no la limita, pero, dada la duración del mandato, no es previsible, en la práctica, más de una reelección.
El Presidente italiano es igualmente renovable, pero hasta ahora ninguno lo ha intentado. La Constitución de Estados Unidos de América no prohibía la reelección indefinida, pero se siguió, como costumbre constitucional, la pauta marcada por Washington de no intentar un tercer mandato, costumbre quebrantada por Franklin D. Roosevelt, que fue elegido cuatro veces.