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A todos nos ha pasado por la cabeza, alguna vez, meternos en política, es decir, hacernos militantes... afiliarnos a algún partido político. Eso es lo que me ocurrió a mi el pasado 08/05/25. Recuerdo que sentí la necesidad de hacer algo por la comunidad, sentía que, como abogado, era casi una obligación, dar un paso al frente, y postularme como miembro activo de mi partido.

En primer lugar, debía decidir cuál era "mi partido". Creo que mi perfil se alinea con el de "un señor de izquierdas moderado", así que, siendo valenciano, me identificaba como militante de Compromís. El problema es que cuando Compromís gobernó en mi pueblo, lo primero que hizo el alcalde fue subirse el sueldo hasta ser el segundo alcalde que más cobraba de la provincia, sólo por detrás del alcalde de Valencia. Eso fue una gran decepción para mi, es algo que no me sorprendería de un alcalde del PP o del PSOE, pero... ¿de Compromís?, por lo que desde entonces dejé de votar a Compromís.

De modo que mis ojos se volvieron hacia el PSOE. El PSOE, al igual que el PP, es un partido con vocación de gobernar la nación, por lo que a lo largo de más de 100 años, ha desarrollado una estructura clientelar que llega hasta el último confín del territorio español y que le permite reunir los apoyos que necesita para lograr su objetivo. Así, su estructura jerárquica va en paralelo con las candidaturas a los gobiernos central, autonómico y local.

Cabría pensar que, viviendo en una democracia de casi 50 años de edad, el funcionamiento interno de los partidos políticos sería inequívocamente democrático, y el reparto de empleos y cargos se regiría por los principios de igualdad, mérito y capacidad, publicidad y transparencia, eficaciaresponsabilidad, pero lamentablemente no es así.

En la realidad, la estructura clientelar prevalece sobre todos estos principios. Esto es así, porque resulta relativamente fácil maquillar los procesos de selección de modo que, con una apariencia de democracia y legalidad totales, el resultado sea el perseguido.

Pero no deberíamos escandalizarnos, pues es algo que también ocurre en las Federaciones Deportivas, y por lo general, en todas las asociaciones españolas, por su propia construcción jurídica.

El siguiente es un ejemplo de ello. El PSOE gobernó en mi pueblo desde 1979 hasta 1992 y nunca más volvió a gobernar. Han pasado 33 años en los que Compromís sí ha gobernado durante dos legislaturas, lo que demuestra que había mayoría social en la ciudadanía. Sin embargo, hay al menos tres personas que llevan engrosando las listas locales del PSOE desde hace 25 años, sin que los malos resultados electorales hayan pesado sobre ellas.

¿Mafia? Nooooooooo, ¿por qué iba yo a pensar eso? Debe ser porque andan faltos de gente, pero aquí estoy yo para corregirlo (pensé ingenuamente). ¡Estaba decidido! me afiliaría al PSOE.

Todos los partidos políticos tienen bien visible el apartado "Únete" y en el caso del PSOE, el primer pago abarca 6 mensualidades a razón de 6 euros/mes, por lo que "unirse al PSOE" cuesta 36 euros para empezar.

¿Qué crees que pasa cuando te unes al PSOE?

Parece lógico pensar que recibiré un mensaje de bienvenida que me explicará qué puedo hacer con mi nueva condición de militante, a modo de hoja de ruta ¿verdad?... lo que debe pasar en cualquier sitio web en que hagas un pago ¿no?.

Pues no, no pasa absolutamente nada, para ser riguroso voy a consultar ahora mismo mi email para contar cuántos correos he recibido del PSOE desde que estoy afiliado.

Pues bien, el primer correo que recibí fue el 27/05/25 (19 días después del pago), en el que me comunicaban que se había aceptado mi registro y me indicaban el enlace a mi perfil por si quería modificar mis datos personales.

Tras estallar el escándalo Ábalos-Cerdán-Koldo, recibí un email de Pedro Sánchez el 17/06/25 y otro de Diana Morant el 19/06/25, que obviamente no he leído porque ha de decir algo similar a "...lo siento mucho, no volverá a ocurrir".

Al ver que habían pasado 40 días desde mi afiliación sin haber recibido indicaciones sobre cómo colaborar con el partido, el 23/06/25 le escribí un correo a la agrupación local, al objeto de presentarme y mostrar mi voluntad de participar. A día de hoy 07/07/25, aún no he recibido respuesta. Muy al contrario, el pasado día 30/06/25 el PSOE de mi pueblo celebró una Asamblea y ni tan siquiera me invitaron.

Tal y como hacemos las personas de buena fe, al descubrir tamaña irregularidad, lo comuniqué a la organización autonómica del partido el 02/07/25, a través de correo electrónico dirigido a dos cuentas distintas (la de organización y a la oficina del militante) y redacté un recurso para impugnar la asamblea.

Ahora ya estabamos hablando de la denuncia de una ilegalidad, lo que permite presumir que obtendré respuesta inmediata, considerando que hay un plazo de prescripción de la acción.

Para asegurarme, el 04/07/25 llamé al único teléfono que brinda el PSOE al público, y tras varios intentos fallidos, alguien llamado Miguel (reacio a dar más información) que contestó, me confirmó que había enviado los correos a los buzones correctos.

Para mi sorpresa, NO RECIBÍ RESPUESTA.

CONCLUSIONES

El PSOE se fundó en 1879, lo cual parece enorgullecer a algunos militantes, sin embargo parece que lo único que ha logrado la solera de 146 años es un tufillo a podrido.

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