Cuando los clásicos hablaban de las formas de gobierno, veían en ellas no sólo el número de titulares del poder, sino también la organización política total de la sociedad. Así, por ejemplo, la monarquía era el gobierno de uno sólo, pero también una forma de ordenación social; toda la sociedad estaba afectada por dicha forma política, desde la participación ciudadana hasta el derecho de propiedad, no existían los controles interorgánicos ni la responsabilidad política, en el sentido de estas expresiones, era vano pretender distinguir entre sistemas de gobierno dentro de la monarquía. En una palabra, tendríamos que hablar de autocracia; todavía los pensadores clásicos diferenciaban una forma correcta de monarquía y otra degenerada o viciosa.
Lo mismo podemos decir de la democracia. Concepto etimológico de gobierno del pueblo. Todo el poder correspondía al pueblo, que lo ejercía directamente. Al pueblo le correspondía el poder legislativo y el ejecutivo. Ello requería que estuviera constantemente reunido para adoptar decisiones. Era difícil que se diera en la realidad una democracia, y según los autores clásicos, escasamente conveniente. No era una democracia en el sentido actual de la palabra.